Por Yvonne Barreto Celis
—Buenas tardes —dijo Luis— mientras observaba a su alrededor como si se tratara de un escapado de hospital psiquiátrico.
—¿En qué puedo ayudarle? —preguntó la vendedora.
—La semana pasada, el lunes, compré una máquina de escribir aquí y…
—Ah, por supuesto, ya lo recuerdo. Una Rémington Corona Júnior.
—¡Sí! Me preguntaba si podría decirme algo de su procedencia.
—Es una Rémington Corona Júnior modelo S de 1938, muy parecida a la Júnior original, solo que a esta le adicionaron una tecla con la función volver.
La chica continuó hablando mientras Luis la miraba.
—En realidad me interesa saber de quién fue la máquina antes de llegar a la tienda.
—¡Oh!, lo siento, yo sólo conozco los datos técnicos.
—Entonces no le quito más tiempo. Le agradezco.
—Espere… quizás… —titubeó ella.
—¿Sí? —volteó él.
—Quizás si habla con el dueño… Él sabe mucho más de los objetos. Es un apasionado, puede hablar con él. No debe demorar. Es habitual que llegue a las tres.
—Son las dos y treinta. Lo esperaré si me permite. Se lo agradezco.