El vendaval hace crujir las cruces de madera clavadas en la cima del monte. Los verdugos ríen, las mujeres lloran alrededor de los tres hombres condenados a la vergüenza y humillación. No cesa de llover, truena y la tormenta arrastra el viento. Uno de los crucificados siente que algo roza su cara, la agonía le impide levantar el rostro. Una cucaracha se posa sobre la cabeza del moribundo, trata de abrir las alas queriendo volar, pero una espina la atraviesa. “Tengo sed”. La cucaracha lo mira con tristeza y herida baja por la mejilla, llega a su boca, se sacude con dolor las gotas de agua adheridas en sus alas que mojan los labios del agonizante. Él sonríe por última vez y le dice: En verdad, en verdad os digo: hoy estarás conmigo en el Paraíso
Tristeza de la mujer que espera
Por una palabra traviesa o una sonrisa coqueta la mujer espera. La alfombra ha perdido su acolchado en la zona alrededor de la mesa del teléfono. Revisa si tiene tono y cuelga con la oreja prendida de él. Observa por la ventana los girasoles muertos en el balcón, su brazo se cae y un aroma etílico inunda la habitación, mira la copa aún asida a la mano inerte, cerca a los hielos condenados a morir en la alfombra, suspira entre un ronquido que le sale por la tráquea a medio desprender. (más…)
Rabioso, Pedro y el mazamorrero
-¡Emilia, cuantas veces te he dicho que amarrés a este hijueputa chandoso en el patio!
-Tranquilo mijo, él no es sino bulla…¡¡ Rabioso pal’ patio!! (más…)
Obra de muertos
Desde el escenario gritó: ¡Poncho abre el telón voy a actuar! En el camerino, Poncho terminaba de guardar el vestuario, las máscaras y el maquillaje. Cuando lo escuchó corrió al escenario.
-¿Maestro?
-Abre el telón, vamos a actuar.
-No hay mucho tiempo profesor, ellos ya casi llegan ¿y actuar sin público?
-¡Este es nuestro tiempo, ya estamos muertos hace meses Poncho! (más…)
La insoportable pesadez de la vejez
Cali, 26 de Septiembre de 1969
Querida hermana:
Perdóname por no escribirte antes, pero las cosas acá funcionan diferentes y me demandan mucho tiempo, siempre has sabido que quiero con el alma a Genaro, pero el viejo ha terminado por volvérseme una carga que tal vez no pueda seguir soportando, te lo confieso a tí. No estoy contenta, la vida que nos ha tocado en gracia no es la mejor, pero sé que es la única, se ha vuelto insoportable desde que enfermó. La vieja Josefina me dejó tirado el trabajo hace una semana y no te imaginas cómo está la casa, patas arriba. ¿Te acordás de la casa de mi tía Socorro? Hacé de cuenta, ahora la entiendo, a ella también le tocaba cuidar a un viejo, aparte de los hijos, gracias a Dios yo no tuve. (más…)
Alone
Una patada en el estómago lo dejó sin aire. El puñetazo le aflojó los dientes, la sangre salpicó a los agresores. Sintió que la boca se le llenaba de sangre. Se dobló. Sus manos maniatadas le impedían el equilibrio. Intentó levantarse, no pudo. Una patada en la cabeza. Perdió el sentido.
Rocío llegó a su casa y prendió el viejo computador. Algún día tendré un portátil, pensó. Entró a la red social y esperó con impaciencia.
– Fireman: ¡Hi precious, ¿Como estar el día?
– Roxy: ¡Super bien, mi amor¡…. Aquí extrañándote ¡!!!!
– Fireman: Me too, me estar happy ¡!!! I’m dying to kiss you ¡!!!
– Roxy: yo también, estoy ansiosa!!!! (más…)
Amores
Sandra Patricia Caicedo
Él era argentino y ella una cornuda de mirada compasiva. A lo más 40, pero los sabía llevar como las porteñas. Estábamos en una fiesta a la que de haber sabido, no habría ido, me pudre que habiendo planeado todo entre él y yo, se aguara porque no pudo deshacerse de ella…pero tranquilo querido, yo no soy de esas. (más…)
La colección
-Tengo que cuidar los peces.
-Podemos llevar la pecera
-No
-No querés irte
-…
-Te traje ropa nueva
-No la necesito, estoy bien así.
-¿Con la ropa rota?
-Si.
– Matémoslo, sé que por miedo no te vas. (más…)
Pocholita
Francisco González
Toma el último sorbo de cerveza gratis, se levanta y con un gesto agradece al anciano de bastón y ojos desorbitados de la mesa de al lado. Va hasta el baño de la trastienda y mientras orina ve en el espejo al anciano detrás suyo sonriendo mientras saborea un bon bon bum de mandarina. Le respira en el cuello y lo pellizca en la parte baja de la espalda. Escalofrío desde el coxis hasta la nuca, la cabeza le da vueltas y los pulmones se llenan de flemas. Mientras vomita siente cómo le crecen pelos desde la profundidad de las orejas y sus dientes caen como hojas en el otoño.
Cisco despierta 73 años después en un hospital conectado a una máquina de diálisis, con un pirulito de mandarina en el bolsillo y tres tumores que le devoran su cerebro
Fiesta privada
Ricardo Delgado
Entró modelando por sobre el suelo de polvo rojo, adornado con los cráteres que dibujó el tiempo. Buscó la figura que le devolvería el éxtasis, la entrada al cielo. El ventilador de aspas largas, que alguna vez fueron blancas, giraba con cansancio. La canción hablaba de unos tipos de un carro que llevaba las llantas repletas de marihuana. Las sillas de metal le recordaron las batallas de lucha libre en la tele, donde el Vengador doblaba una y la dejaba caer sobre la espalda del Enmascarado. Vio el muñequito negro, crucificado en la madera con un chinche, y el mensaje que habría enorgullecido a algún gracioso: “El Orinoco”, como si no fuera suficiente con el aroma dulce y agrio de los orinales. Se sentó y descargó todas las penas que torturaban su estómago. Vio el paraíso en el cubículo garabateado, vio la entrada al infierno en el dispensador sin papel. (más…)