«CUIDADO CON EL AMOR» Alberto Rodríguez
Cambio en el gabinete
Por : Alexandra Sofía Cañas Mejía
“El mujeriego épico se aleja cada vez más, en la búsqueda de la belleza femenina tradicional, para convertirse en coleccionista de curiosidades”. La tarde estival alimentó su suicidio. El frío y la soledad elevaron su ánimo a un éxtasis casi sombrío. Fue sencillo. Una vez estuvo cerca al precipicio dejó caer lentamente su cuerpo hacia el vacío, y ahí en medio de la nada y del todo su cuerpo desmembrado dejó la única huella de humanidad que tenía.
Poco antes de morir lo vi sentado en el baño. Sentí la misma repugnancia que había sentido tiempo atrás. Algunos meses atrás había entrado al despacho, sin anunciarme, y ahí estaba él, haciendo el amor con el Primer Ministro. Supongo que debí de sentir asco, pero atenuado, al advertir que la naturaleza de un hombre, cualquiera que sea, consiste en saciar su deseo. Extraña compasión para conmigo misma.
Compete al hombre sucumbir a las propuestas. Lo sabía, pero me negaba a mirar lo que la conciencia repite. Un mujeriego constante, eterno, apenas si podía en su vejez buscar curiosidades. El conocimiento de su mente brillante y su carácter débil me daban la ambigua fortaleza de conocer a mi marido. Entonces descubrí que a través de los años se descubre lo oscuro y lo claro, el bien y el mal, el ángel y el demonio. El Presidente era mío, aunque jamás volví a tener su cuerpo, pero qué importa. Su libre albedrío, ese sí que era mío.