«CUIDADO CON EL AMOR» Alberto Rodríguez

“Cuidado con el amor”. Un libro de once cuentos largos – diez de ellos  publicados por primera vez- que Alberto Rodríguez escribió a lo largo del último siglo. El 20 de Julio apareció publicado por el sello editorial, El Tambor de Arlequín de Medellín. El título fue encontrado en una ranchera que hiciera famosa Pedro Infante, con su película del año 52, dirigida por Salvador Allende. Son historias que advierten, como las rancheras, sobre los riesgos y los cuidados que bien supone el amor, en ese lado oscuro de la vida “donde mis ojos ya no verán la felicidad”. No son cuentos felices, ni morales, tal como la vida, que muchas veces tampoco  lo es.
Pedidos y ventas en la librería de la Fundación Casa de la Lectura  (Calle 8ª Oeste No. 25c-23. Teléfono: 5581818). Valor unitario $20.000.
Published in: on agosto 10, 2010 at 11:46 pm  Comments (1)  

Cambio en el gabinete

Por : Alexandra Sofía Cañas Mejía

“El mujeriego épico se aleja cada vez más, en la bús­queda de la belleza femenina tradicional, para conver­tirse en coleccionista de curiosidades”. La tarde estival alimentó su suicidio. El frío y la soledad elevaron su ánimo a un éxtasis casi sombrío. Fue sencillo. Una vez estuvo cerca al precipicio dejó caer lentamente su cuerpo hacia el vacío, y ahí en medio de la nada y del todo su cuerpo desmembrado dejó la única huella de humanidad que tenía.

Poco antes de morir lo vi sentado en el baño. Sentí la misma repugnancia que había sentido tiempo atrás. Algunos meses atrás había entrado al despacho, sin anunciarme, y ahí estaba él, haciendo el amor con el Primer Ministro. Supongo que debí de sentir asco, pero atenuado, al advertir que la naturaleza de un hombre, cualquiera que sea, consiste en saciar su deseo. Extraña compasión para conmigo misma.

Compete al hombre sucumbir a las propuestas. Lo sabía, pero me negaba a mirar lo que la conciencia repite. Un mujeriego constante, eterno, apenas si podía en su  vejez buscar curiosidades. El conocimiento de su mente brillante y su carácter débil me daban la ambigua forta­leza de conocer a mi marido. Entonces descubrí que a través de los años se descubre lo oscuro y lo claro, el bien y el mal, el ángel y el demonio. El Presidente era mío, aunque jamás volví a tener su cuerpo, pero qué importa. Su libre albedrío, ese sí que era mío.

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Published in: on agosto 10, 2010 at 4:58 pm  Deja un comentario