María Eugenia de Aparicio
Telescopio se desliza en las aguas del acuario. De vez en cuando se detiene y mueve los labios. Pegada a la pecera la cucaracha contempla esa maravilla dorada de ojos saltones y cola en abanico. El pez gira y abre los ojos aún más, ladea su cuerpo y sus labios acarician el vidrio, la cucaracha se descontrola y resbala al ver los ojos desorbitados del amor. Sube despacio, sin soltar los labios del pez, en medio de miradas y aleteos insinuantes. Telescopio la sigue ansioso hasta el borde de la pecera, se miran, ella siente los labios de él en sus antenas. Respiran hondo, mueven las alas y la cola con rapidez y sus cuerpos se hinchan de deseo. Él abre su su gran boca mientras el pez Beta le dice:
– Pruébalas – las cucarachas enamoradas son un manjar.